AMOR A LAS AZOTEAS
¿Amor a las azoteas? Si. ¿Que cómo se puede amar a un lugar digamos, no tan atractivo socialmente? Pues así, con una historia detrás.
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Fantasías desanimadas de ayer y hoy presentan:
COGERÉ SOBRE VUESTRA TUMBA
La Maestra de Español tiene 18 años, 18 años, puros, calientes, desbocados y salvajes años sobre su cuerpecito escurrido de 48 kilos, vestido de mezclilla, calzado con tenis converse, envuelto en camiseta azul y cubierto con una chamarra de mezclilla negra, cabello largo y negro. Asiste al colegio pero no es buena estudiante, más bien es una buena adolescente en el sentido dionisíaco, así, suyo -el sentido-: pervertida jovencita, espanta a sus compañeras por sus pantanoso comportamiento y por su alcoholoso hábito. No entra a clases, se junta con los darks, salven a esa niña dijo un día un profesor luego de medio semestre sin entrar.
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Había conocido al Drakc en la clase de Etimologías Grecolatinas del Español, en esa clase ambos trataban de no reírse de lo chistoso que les parecían las frases que el maestro les hacía leer a todos en voz alta. Así se simpatizaron. Su ignorancia respecto a los sonidos de las palabras griegas y latinas era la misma. No mames decía el Drack, thon joton filón, que cagado, ambos reían al salir de la clase.
El Drack era, como su apodo lo indica, dark. Locuaz y medio chaparro, media 10 centímetros menos que ella, igualmente flaco, vestía de negro y se pintaba los ojos con delineador, en días de calor llegaba con falda, ah qué, pues si hace calor, por qué no voy a usar falda, pues qué, pinches convenciones me la pelan. Pero su rasgo más notorio no era sino su manera de hablar: casi gritaba cuando hablaba. A la Maestra de Español le simpatizaba por dos cosas principalmente: por lo desmadroso que era y por el hecho de que la invitaba a ir con sus amigos, los de la banda dark.
Así, gracias al Drack conoció al Ody, a Miguel y a Dorian.
Paso a ser parte del grupo, se hizo su amiga. Ser su amiga significaba: pasar tiempo con ellos, los prefería en lugar de las mujeres o de sus compañeros de clase. Significaba hacer lo que ellos le enseñaban, significaba hablar de música, de literatura, de laberintos como metáfora del espíritu que juega consigo mismo, de la insoportable levedad del ser, de agujeros ontológicos -frase de Miguel-, y otros temas que al ella le interesaban y que le estaban cayendo como cerveza al tarro, como laberinto a su espíritu. Significaba, también, esperar con ansia a encontrarlos, significaba verlos en sus vestimentas negras, significaba conocer el libro que traían en la mano, significaba ver en ellos a los rockeros inteligentes y rebeldes con quienes podía hablar de los temas y las cosas que ella leía en su único contacto con el mundo humano que valía la pena, para ella: la revista Semanal. Significaba estar con la gente como la del tianguis del Chopo. Aunque nunca habían ido juntos a ese lugar, para su imaginario de la Maestra, eso era una hermosa verdad. Significaba que había encontrado a otros como ella: locos, borrachos y con otros intereses, los similares a los suyos.
Al principio se hizo amiga cercana y frecuente del Drack y del Ody. En cambio a Miguel y al Dorían los veía pero casi siempre era en los momentos con el grupo, hasta que un día...
-¿Qué crees que me dijo el Dorian?, le preguntó el Ody.
-¿Qué?
-Me dijo que si no había visto a su vieja, la Maestra de Español.
-¡¿Qué?!
-Le gustas -sonrisa del Ody-.
DORIAN
Era flaco y alto como Peter Murphy, vestía de negro, con pantalones ajustados, botas altas y de plataforma, camisas negras, tenía el cabello completamente negro, largo hasta los hombros y en forma "V", despeinado a propósito, alborotado, libre. Su rostro era blanco y huesudo, como Peter Murphy, su nariz era súmamente afilada, puntiaguda, los ojos negros y sus cejas tupidas, finas y rectas. Su mirada era penetrante, desafiante, segura, con el glamour y la elegancia que tienen los depredadores, como Peter Murphy. Casi nunca llevaba mochila, sólo uno o dos libros en la mano o bajo el brazo. Al igual que los otros también se pintaba los ojos con delineador, cosa que lo hacía aun más atractivo y misterioso. Caminaba a grandes pasos con su espalda recta.
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Un día, la Maestra de Español iba caminando dentro del colegio cuando vio a Dorian quien le preguntó que a dónde iba, a la biblioteca, respondió, yo voy a clase pero te acompaño, ella sacó un cigarro y él no dejó que ella se lo prendiera, ella pensó que le iba a decir que dejara de fumar o alguna otra reestricción así pero no, lo hizo para que él pudiera prendérselo. A ella le gustó este gesto caballeroso. Se quedaron platicando mientras ella fumaba, no se te hace tarde para tu clase, no importa, ahora voy, termina de fumar. La miró. Ella le preguntó que de qué era su clase, de estética, ah qué bien, yo voy a meter esa el próximo semestre, qué vas a leer, preguntó él, no sé, a ver que veo, lee los Cantos de Maldodor. Dorian se despidió y se fue. Ella se quedó mirando su espalda, su caminar peculiar, siempre directo pero no a prisa, en grandes pasos, nada más.
LA MARIGUANA ES AZUL
Una tarde estaban los cinco sentados en las bancas de afuera del colegio, fumaban mota, uno de ellos se recostó y comenzó a describir el cielo azul, el resto hizo lo mismo. La Maestra de Español dijo cómo es que el cielo es azul si, pero brilla, cierto dijeron todos, el cielo brilla, y nos deslumbra, dijo uno de ellos, brilla como luz de terciopelo azul, dijo otro, nos envuelve como perfume celeste y fresco, dijo otro más, el perfume del cosmos de rostro amable antes de que se vuelque en tormenta inclemente y abismal, dijo otro más, antes de que se caiga nos absorba, dijo ella, vean que azul es, vean cómo brilla, vean cómo nos va a tragar... silencio...
Al siguiente día, en el mismo lugar, estaban los 4 darketos medios ebrios ya y fumando cigarros cuando en eso se les acercó la Maestra de Español. Le ofrecieron cerveza, era un chorro pequeño porque ya casi se la habían acabado. Sin mediar palabra el Dorian la tomó de la mano y le dijo deja tus cosas, la guió hacia la avenida con la intención de cruzar hacia el otro lado pero sin esperar a que el semáforo les diera el paso, o bien, a que hubiera un espacio entre los carros que le permitiera pasar, Dorian se lanzó con arrojo y sus pasos grandes de siempre, sin soltarle la mano la llevó hacia el otro lado de la avenida, ¡no mames nos van a atropellar! Dorian no contestó y con su acto temerario y perverso la jaló hacia el camellón y luego hizo lo mismo para cruzar la otra parte de la avenida que corría en el sentido opuesto. Escucharon el pitar de un claxon que se iba haciendo más bajo mientras ese coche se alejaba. Ningún auto se detuvo pero ellos dos tampoco. Llegaron a la banqueta del otro lado con la adrenalina en la piel y en el corazón. Sin soltarla de su manos y sin hablar los dos entraron a la tienda donde compraban cerveza, parecía que Dorian iba a pedir algo pero dejó al señor detrás del mostrador esperado lo que iba a pedir porque súbitamente se volteó hacia la Maestra de Español, se soltó de ella para tomarla con ambas manos la cara y plantarle un beso en la boca, un beso rápidamente, beso succionador y tibio, sabor a cerveza y cigarro, un beso suave y fuerte a la vez. Ella comenzó a sentir excitación y calor. Dorian era más alto que ella, le llevaba como 10 centímetros o más. Él comenzó a mover sus manos alrededor del cuello y la nuca, así hasta los hombros, ella respondió sujetándose a su cintura, él la jaló hacia sí para abrazarla. Se quedaron un rato abrazados oyendo a la gente que entraba a comprar cosas. Sentían sus cuerpos delgados y tibios, sentían sus ropas, sentían sus olores, sus aromas y huesos, sus cuerpos juntos envueltos en su miniatmósfera privada la cual era como una capa de alivio mutuo, una delicia de confort y emoción. Dorian se separó un poco y volvió a besarla, finalmente él le dijo me gustas...
Otro día. Estaban en las bancas nuevamente los cinco. Dorían tenía una manera peculiar de hablar, todos lo escuchaban mientras él lo hacía, era el líder carismático, usaba ademanes un tanto raros de describir pero que atraían a los escuchas. El contenido de su charla: hablaba de Cristo y de que era el ser que a más gente gobernaba sin existir, que Baudelaire era el Dandy por decadencia, que Sabina, el personaje de La Insoportable levedad del ser, era una mujer que nunca supo lo que quería, aunque era la que más sufría de la levedad, hablaba de tumbas y de vacíos que se sienten luego de hablar con la gente, hablaba de hacer el amor sobre una tumba.
En un momento ellos dos se quedaron solos bebiendo cerveza, Dorian le dijo que fueran a su casa, que dejaran a los otros ahí, que luego él la acompañaría a su casa por la noche. Llegaron y su mamá y sus 4 hermanos pequeños estaban comiendo. La presentó, la saludaron como si fuera la vecina. Se sentaron a ver televisión. No decían nada. A los pocos minutos se levantaron de la mesa todos y salieron de la casa no sin antes decirle a Dorian que había comida, que comieran. Si, contestó. Pero no comieron, subieron a la habitación de Dorian que estaba hasta la parte más alta de la casa. Dormía solo, en una cama de tamaño individual, la Maestra miró los posters de su pared: The Cure, Bauhaus, una portada de Las Flores del Mal, un crucifijo de cabeza, un arete de pluma colgado cerca de la cruz, una ventana...
SEDUCCIÓN DEL LABERINTO
Dorian le dijo pásate mientras ponía un disco de acetato. Escucha, si, respondió ella, le iba a preguntar quiénes tocaban pero salió del cuarto sin decir nada, ella siguió mirando el cuarto sentada en la cama, su ropa estaba en un pequeño ropero con la puerta corrida, había libros sobre una repisa junto a la ventana, y una guitarra eléctrica. Él regresó con dos vasos y una caguama, cerró la puerta. Bebieron. Dorían se paró junto a la ventana para fumar, comenzó hablar con el peculiar estilo de sus manos, le dijo que dios era ridiculizado por sus creadores, que su tragedia era irrisoria, que era sólo una creación deseada, fantaseada, ni siquiera era real, que Satán, a diferencia de dios, gozaba con su propio deseo y que era la destrucción abierta, sin forzarla ni enmascararla. Le dijo que la moral occidental terminaba con las formas de amor que puede mostrar el espíritu, que eso era más que abominable, un asco de los seres que así viven. Dorian le preguntó si nunca había querido hacer el amor sobre una tumba, sobre un muerto, hacer el amor sobre alguien que ya no vivie pero ahí está su ser yacente y muerto. Le dijo mira, tienes que sentir el dolor y el vacío que hay en ti porque yo no te voy a dar nada, yo no sé a dónde voy, aunque detenga mi rabia y mi odio hacia lo humano por ti, -porque me has hecho sentir fuerzas-, aunque haga eso no puedo darte nada, qué esperas de mi, mujer, deshazlo porque la nada es lo que nos rodea, ni al final ni al principio ni durante nuestros encuentros hay nada, para entonces ella ya estaba de pie junto a él y abrazados se besaban, Dorian le mordía los labios en cada beso, y ella en cada dolor sentía calor y algo más que la tomaba por dentro, era la fuerza de un sentimiento de entrega, ella susurraba pero yo te quiero, me gustas y me atraes, y si me destruyo contigo es con gusto. Dorian continuaba, nos vamos a hacer daño, nos vamos a destruir, eres tan rara en tu comportamiento, eres tan dual, por eso me gustas, estas tan destruida ya que se te nota a leguas de distancia, tu decadencia está en tu mirada, pero nunca sé lo que estas pensando, eres una hembra sexosa y loca, viajas sin darte cuenta hacia dónde quieres ir, si, respondió ella, tu laberinto te tiene tomada dijo Dorian, tienes de distanciarte y mirarlo para que no te trague, piensa en un punto que sea firme, piensa en un elemento que no sea tuyo para que no se hunda junto contigo, el cosmos es mitad tuyo y mitad es tu dueño, tienes que darte cuenta de eso, mujer. Las manos de Dorian la habían comenzado a desnudar, tocaban sus pequeños senos suavemente, fumaban y tomaban intermitentemente, la ventana de su cuarto de azotea daba hacia la colonia, azoteas de vecinos con sus antenas y tendederos, grises como el cielo al atardecer, la música sonaba y ella sentía una temperatura que amaba, no sabía si eso era sensato: sentirse seducida por la tarde, por el tiempo, por la libertad del alcohol que era la libertad de descubrir a un ser humano que era una puerta abierta y obscura, no sabía si abierta hacia un infierno, hacia un laberinto o hacia un abismo, hacia un hombre que le hablaba de dolor y vacío, un hombre que le estaba dando su dolor y vacío. Se fueron a la cama. Lo último que sintió ella antes de perderse en el placer de sus sexos juntos fue la espalda de Dorian en sus manos, sus huesos envueltos en piel. Dorian desnudo sobre ella, la penetró, la mordió en los labios, en el cuello, en las orejas, imágenes cortadas: su habitación, sus ojos de hombre hambriento, la ventana abierta, la música... lo amó.
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SENTIDO Y CAUSALIDAD
Atribuir culpa no es lo mismo que atribuir responsabilidad. Esto a su vez no es lo mismo que atribuir causalidad. Encontrar explicación o encontrar sentido a lo sucedido, la Maestra de Español durante muchos años pensó, más bien se preguntó, qué papel había jugado Dorian en los años de sus mil arrebatos de locura autodestructiva y de su delirio sin control, era ella y su estructura psíquica o fue ese agujero negro del cual Dorian era como su embajador y seductor. Si, en su fuero interno de la Maestra, que es el único que cuenta en estos casos de amor loco, Dorian era lo mismo que ella deseaba y amaba, el abismo que la seducía y la seduce aún, porque cada ser tiene su propia constitución, su propio laberinto, su propio tormento y placer a la vez, su propia levedad insoportable. Dorian, el hombre depredador y perverso. Dorian el hombre imposible, esa fue su lección, de la cual no ha aprendido nada, absolutamente nada. Su inconsciente la lleva otra vez a perderse por otro hombre negro, perdida en el laberinto que ella ama, más que así misma, más que a su soledad. Ama su laberinto y su laberinto la ama a ella.
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Por el amor a una tumba:
Muerta en vida.
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