sábado, 14 de mayo de 2016

DESEQUILIBRADA DE ATAR............................................

SEMÁNTICA DE LA CRUELDAD





El día de ayer sentí la mano de la crueldad. Casi me ahogo por dentro por el estremecimiento ante este acontecimiento. 
La crueldad no es una manera de ser, sino que es la mismísima afirmación del ser, es el ser que es, que hace según su naturaleza, que se realiza sin la lija de la castración civilizatoria, cristiana, castrosa. La crueldad está por encima de la domesticación moral y psicológica.
Y pocas veces en la vida se sienten movimientos internos con la claridad y la nitidez con la se presenta el miedo y el vislumbra más miedo, miedo que anuncia más miedo porque es miedo ante el dolor, ¿qué saben los seres ordinarios del dolor?. Este miedo había estado latente. Si. Ya había sentido la sombra del miedo en mi corazón en días pasados sólo que no sabía precisarlo, estaba borroso, algo había pero no terminaba de configurarse, era vacilante. En mi intento de explicarme esta sensación y presentimiento, pienso ahora, pudiera ser que era un preámbulo de lo que ayer por la tarde sentí: una muestra de la crueldad encarnada en su presencia arrogante que me arroja su desprecio. Ayer empezó mi calvario, y no sé si podré salir de él, y de él.

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Ni el doKtor Freud te podría ayudar ahora. Él solía decir: cuídate de los perversos, o bien, ¡ay de ti si te llega a agarrar algún perverso!.

-¿Qué hago, doKtor? Si ya lo tengo bien adentro. Si pudiera alejarme ya lo habría hecho pero estoy en su órbita.
-¿Por qué te dejaste atrapar?, si estabas advertida, no eres ninguna inocente de la crueldad, eres testigo.
-Porque no he podido pero tampoco he querido. Es que sólo él ha tenido el poder de tocar el inframundo de mi alma.
-Estas loca. Vete, tengo otros pacientes.
- ...

Tal vez regresar al hospital pudiera ayudarte, tal vez, si te dejaran ingresar sin el trámite de una crisis depresiva, sin el vómito que pruebe el dolor de cabeza tan bestial que amerite un tercer internamiento. (Si pudiera haber un poco más de aquellos años dorados de mi reclusión... para cagarme sobre todos y todo, cagarme de miedo y sin miedo, sin control). Maldito hospital que todo lo limpias.
Tal vez, para no tocar el fondo que desde ahora ya visualizas: arrodillada sobre tus heridas las verás y sentirás sangrar, y gozarás. El dolor te hace vivir, maldita viciosa. Tu veneno es tu alimento. Lo aceptas porque es tu humanidad. Naciste loca y sadomasoca, delirante y seducida por la oscuridad de abismos quemantes. Estas mordida por el placer del dolor.
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Padecer en carne propia el sufrimiento no implica interacción, mi aterradora debilidad es proporcional a la fuerza de su crueldad, su indiferencia y altivez son el lazo de perro que aprisiona mi cuello, no lo puedo seguir pero tampoco me puedo liberar porque él es quien sostiene la cuerda. Me turba y me seduce, anticipa un acceso de locura que mi humanidad atormentada no sabrá resistir. No. Mi resistencia al dolor tiene en la oscuridad de su deseo de violencia un refugio.

El dolor y el daño se han vuelto a desplazar al centro de mi existencia. Él abrió la puerta. Es mi dolor, no es acusación, es testimonio, soy testigo.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

1. La voluntad.
Había querido en algún momento alejarme de su veneno de humanidad inmoral. Está de sobra decir que no he podido, lo tengo adentro de mí, no puedo soltarme ni salirme. Es como si su mano expresara en ella toda su fortaleza de hombre que se afirma en esa mano. De modo que gratuitamente me atrae todos los días a su órbita de misterio y elegancia. Mi angustia y tremor salen a la piel como los pájaros vuelan hacia los hombros de San Antonio, contaba amorosamente Kundera. Pero aquí no hay ternura, aquí hay tortura.

2. El deber.
Mi deber es para conmigo, es entregarme a mi muerte, a mi dolor, al daño que me inflige. 

3. Contradicción y aflicción.
Mi sangre y su silencio son lo mismo.

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¡ARRODILLAOS!


ATAÚD DE ARTAUD

Ayer por la tarde vi al monstruo de la crueldad. 

La ficción es la realidad. La tortura de la incertidumbre. 

Las vírgenes sangrarán. 

Las tres mujeres que hay en ella, la Maestra de Español, Histérica Sadomasoca y Anticrista Antidolor, berrean ante el único alimento que les causa placer: el veneno de la crueldad.

¡Arrodillaos mujerzuelas! ¡El monstruo del dolor está por entrar!
Un cuerpo con tres cabezas se hinca y suplica, ¡no más dolor, no más dolor, no más dolor¡ 

Artaud la toma de la mano y se la lleva consigo, con esa mano encarnación de huesos de poder y con la fuerza que solamente la locura da. La dirige hacia el borde del abismo de su agujero vital. La arroja sin piedad. Su cuerpo desnudo de tres cabezas va cayendo y dando vueltas de delirio. Mientras cae gritan las tres bocas oscuras, sangran, babean y sacan espuma, los ojos escurren agua con sangre que le arde. La arrojó al abismo de la indiferencia y del desprecio que le muestra y le exhibe.

Gratuitamente, porque ella no lo hace más que por propio placer, sin mayor interés que el sentir dolor, el suyo dolor.

OOOOOOOOOOOOOOO

Monstruo de dolor.
Arrodillada sobre sus heridas, pregunta al vacío:
¿Se puede amar en la enfermedad? Si. A diferencia de Anaís Nin, que atribuía a la enfermedad el fin del amor, yo vomito enfermedad y amo en ella, junto a ella, desde ella. No tengo costras ni cicatrices de enfermedad, yo soy enfermedad de la sociedad, y soy.

La voluntad
una sensación
el miedo
.............del Ataúd de Artaud

X X X 
Desequilibrada.
Dícese de la que no está equilibrada, ¿equilibrada en qué o respecto a qué? 
Equilibrio: dícese de la misma cantidad de libras en ambos lados, de modo que las partes en cuestión tengan el mismo peso. Por lo tanto, divaga, es equilibrio de la atención mental, la cual debe de estar orientada entre el mundo interno y el mundo externo de su mente en partes o modos iguales. 
Pero no, corrige y reencamina el pensamiento delirante: es equilibrio entre los varios pensamientos que se forman en mi bóveda craneal como expresión de todo mi cuerpo, no solo de uno o dos, que en este caso son el cerebro loco y el sexo excitado.
Sus pensamientos son varios pensamientos, aunque en ratos dan la impresión de ser ilimitados, sin fin, abiertos a la posibilidad infinita. Sí tienen formas pero son susceptibles de danzar y reproducirse a sí mismos sin nada que los contenga o les de forma, constituyen la fiesta de la locura, de su locura. 
Mi desequilibrio consiste, entonces, en que se me ha estimulado el placer del dolor como centro de mi existencia. Lo demás no me importa. Las voces se han despertado, gritan locas y se enciman unas otras, compiten por hacer llegar su mensaje: lo gritan:  ¡¡gritan Artaud Artaud Artaud!!


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