VIAJES HACIA EL CENTRO DEL ACANTILADO
Y LAS BARRANCAS
Ella y la Bestia |
Pequeños, si van a tomar clases con la Maestra de Español,
han de saber que lo que aquí verán, serán exhibiciones de Hula-hula.
Eso, esta Maestra les enseña a hacer el Hula-hula.
A los quince y pico de años la Maestra de Español quiso tomar clases de teatro. En los anuncios del periódico supo de unos talleres culturales que el Museo del Chopo impartía. Ahí fue, se inscribió, pagó su módica cuota de estudiante y entregó su foto tamaño infantil en blanco y negro.
Pero fueron pocas sus clases. Dos para ser precisos. El motivo por el que las tuvo que dejar fue que empezaron las clases del Colegio de Ciencias y Humanidades, las cuales eran en el cuarto turno que iba de 5:00 a 9:00 pm.
Se le presentó el dilema y con ello el fin de su anhelada carrera histriónica: o clases de teatro o de bachillerato. Ni hablar, solo llorar.
Hasta ahí llego su intento de hacerse actriz. El teatro, digamos que lo siguió consumiendo pero como público. Así que chiste, nomás los veo, nada que yo haga, sólo llorar (y sin público, que es lo peor).
Sin embargo, con el paso de los años, la vida, sea lo que sea que eso signifique, le compensó ese deseo histriónico que trae en los huesos: la Maestra de Español se hizo Maestra y ahí encontró su escenario.
Histriónico, como se sabe, proviene de Histrión que significa el oficio de actor que para ser tal tiene que exagerar o acentuar sus expresiones emocionales; y que a su vez comparte raíz con Hystera, la denominación griega que se uso durante más de dos mil años para describir a la enfermedad que atacaba a las mujeres y que consistía en el deambular libre y alocado del útero de la mujer por diferentes partes de su cuerpo. La teoría sobre la histeria era parte del sistema explicativo de Hipócrates sobre la conducta histérica que culturalmente se piensa que más bien es característica de las mujeres y no tanto de los hombres. (Aunque se tiene que decir que muchos casos de homosexualidad masculina, las llamadas locas-hombres francamente son histéricos insoportables para la Maestra de Español, navegan con bandera de víctimas y en realidad buscan manipular para lograr sus objetivos de amor, si, puro amor, aunque a grito abierto digan "no me vuelvo a enamorar", tal es el sentido de su vida. Maricas. Y de hecho también las mujeres histéricas, son insufribles: se enojan y ni te dicen por qué o de qué, no sabes si les hiciste algo, en qué momento, o con qué, quieren que les prestes toda la atención y si no se sienten, en realidad se sienten por todo, parecen sentirse las consentidas perennes de su papá, creen que les debes de dar toda tu atención y aprobación, sus dramas son los dramas del mundo, sienten que se van a morir: o son totalmente felices y tienes que entenderlo, o bien, sienten que sufren como nadie en la tierra, y también lo tienes que entender y registrar... ¡Qué horror! Probablemente por eso, no, si, de hecho por eso, así, de manera consciente y deliberada la Maestra de Español prefiere estar sola de mujeres, no tener amigas, quieren que las acompañes a todos lados, ¿qué nacieron acompañadas o qué? Pero bueno, como buena mujer histérica, de hecho, como una Gran Histérica -Histérica Sadomasoca-, nuestra protagonista y autora, también tiene sus arranques histéricos, pero prefiere dárselos sólo a quién se los merece, la histeria no se da a la ligera, sino que se guarda y se regala con devoción, lealtad y sinceridad. Tal y como se da el amor).
* * *
Pero bueno, a la Maestra de Español le sucede una transformación ajena a su voluntad, afortunadamente. Una transformación piensa ella, otros dirían que es su verdadero yo, algunos más la aplauden porque realiza su deseo; y para otros más verán que le hace al panchito nomás, es decir, que le gusta bailar la manzanilla como le sentenciaba la abuela cuando se hacía como que hacía pero no hacía las tareas que ella le mandaba.
La verdad es que ni ella misma estaba enterada de que tuviera el poder de desarrollar esta capacidad cósmica, o bueno, está bien, más mundanamente esto que se le puede llamar muletilla social, o metamorfosis temporal, o logro evolutivo de su duré, o bueno, capacidad de exposición ante el grupo.
La clase es es momento en donde una manera de ser le sale al paso de modo desinhibido, contundente y alocado. Es un momento que se renueva cada vez de modo diferente y en el que ella monta y doma a La Bestia Poderosa para cabalgarla salvajemente por montañas rocosas y peligrosas, barrancos afilados y abismales, a las que ningún otro profesor se atreve a llevar a sus alumnos, pero ella si lo hace con decisión, conocimiento y sin ningún titubeo: pequeños, daremos un viaje y nadie se va a bajar de la lancha, yo navego, confíen en mí. Y confían. Y esto precisamente es parte central del espectáculo al que los pequeños pupilos asisten boquiabiertos: la Maestra de Español realiza su función domando con señorío y elegancia a La Bestia, no la bestia a ella. ¡Muajajajajajaja! Así pequeños, así el dasent, el cuerpo en conjunción con la mente, con el lenguaje hablado y con el lenguaje escrito sobre el pizarrón; pensar, hablar y escuchar al mismo tiempo, echar mano de la maravillosa memoria, mirarles sus pequeñas caritas a todos al tiempo en que ella asocia afirmaciones racionales que tratan de explicar el sentido de la realidad social, el modo de observarlo y hacer crítica y preguntas sobre ello, y todo en una misma sesión. Aparece el "don" de poder hacerlos hablar, ese es el tesoro que quema las manos, literal. Las clases más difíciles, las más intensas pero también las mejores son las que participa el grupo en condiciones de igualdad. Si, esto último es de suma importancia por la paradoja que guarda: el respeto mutuo y al mismo tiempo la centralidad del rol que de manera simultánea está en el profesor y en el escucha de manera alternada. Difícil pero sabroso.
El humor, ah, el humor, es el correlato no buscado de la libertad que ejerce su bestia suelta para entrar y salir de cualquier sistema de reglas y significados -que conozca- y que está buscando explicar. Ella, la bestia, es capaz de pasar de un nivel de explicación a otro, es capaz de irreverencia social e intelectual, -además de que ha leído a Freud, claro, el chiste y su relación con lo inconsciente, eso no es tanto misterio-.
Pasar de un nivel a otro, digamos, eso lo ha observado en su heroína, la gran señora, la magnificencia femenina, la única e inigualable mente oceánica de Amelie Nothomb, y a Simmel.
Colocar a la respectiva teoría sociológica en comento, junto a las otras tradiciones teóricas, clásicas, intermedias y contemporáneas, y éstas a su vez en el cuerpo general de la sociología, y esta a su vez en el conjunto del discurso y narración científica que a su vez es parte del plexo general de la vida occidental, eso, es logro suyo y el día en que lo hizo consciente y explícito para sí misma se dio un aplauso en privado pero vivenciado como cuando Messi mete un golazo, los brazos arriba y el aplauso que se le entrega.
Pasar de un nivel a otro, digamos, eso lo ha observado en su heroína, la gran señora, la magnificencia femenina, la única e inigualable mente oceánica de Amelie Nothomb, y a Simmel.
Anticrista |
El conocimiento del mapa sociológico, eso es su fuerte y su especialidad y es lo que ha aprendido a diseñar en su misteriosa y preciada cabeza: el gran mapa mental del conocimiento occidental -y su artificialidad- que comenzó a labrar desde hace años y que le fue revelado por su gran maestro, el profesor C., además de ese su libro de cabecera, Lecciones de los Maestros, el amanzador de su alma perdida, George Steiner. Si ha tenido logros se los debe a ellos, principalmente.
Es realista, pues, -y socióloga- y sabe que ello no es solo resultado de su maquilación enferma y su reflexión obsesiva. Sino que ha sido resultado de enseñanzas de otros presentes y no presentes que más involuntaria que voluntariamente le han transmitido algo.
Por ejemplo, ella sin la bestia no es nada, deja de ser Maestra de Español y se vuelve un ser ordinario aunque misterioso e interesante, oscuro y probablemente loco además de impredecible para los ajenos, solitaria y nerviosa.
La mayoría de las veces el comportamiento de la bestia es bastante dócil, hasta se podría decir que ellas tienen un pacto más allá de lo racional o lo pasional que pudiera aportar cada una. Digamos que es un pacto de carácter ontológico para ambos lados. Ambas se implican como la serpiente que se debora a sí misma, pero dado que avanza la cabeza para engullir la cola, esta avanza en cada centímetro que se arrastra, de modo que cada movimiento es un perseguirse y escaparse al infinito. Exactamente esa es la relación que existe entre ellas. Por eso la bestia no la deborará ni se le escapará nunca, aunque tampoco se le someterá en un acto de auto-abandono ante la voluntad racional de la Maestra, sino que siempre será bestia y obedecerá primeramente a su naturaleza primaria que es justamente la de seguir a la Maestra.
Ante la orden mundana, concreta y objetiva del fin de la clase, La Bestia se guarda por sí sola en un acto de desaparición humífera, así como los magos. ¡Fum! Ya no está.
Sin embargo, en ciertas ocasiones en las que por la intensidad del viaje que tuvo el nivel de fortísimo, entonces le cuesta rato, es decir, tiempo, en volverla a guardar. En esos casos La Bestia sigue activa pero ya no hay escenario real, aunque si mental, es decir que sus interlocutores siguen estando presentes en su cabeza y con ellos continúa explicándoles para poder terminar tal o cual idea, tal o cual punto o aclaración. El vulgo ordinario dirá que habla sola, ¡muajajajajaja! Pobres bellacos. Lo que sucede es que sigue excitada cabalgándola y recorriendo montañas de asociaciones valiosas, tan valiosas que se esfuerza por desplegarlas en sus posibilidades o novedades, para desarrollarlas de modo lógico en su mente y volvérselas a presentar a los alumnos con el debido peso o acotación que deben tener. "Tal cosa es importante... o bien, eso era central... o bien, esto tiene que ver con tal tema, libro o autor...". Por lo tanto, para que La Bestia quede tranquila, satisfecha y acepte irse a guardar, ha de pasar tiempo en lo que la Maestra digiere la clase de la que acaba de salir. El mejor remedio que ha encontrado es irse a dormir un rato para poder salir de ese estado mental de inercia de la excitación y poder pasar a otra cosa, cualquiera, ya no digamos socializar cualquier bagatela, sino poder llegar a pedir café y sentarse a leer o escribir sobre cualquier otro tema, lo que sea. Dormir un rato, medio dormitar, mirar el cielo de las Islas, que pase una nube tras otra, dormir...
Posesión de sí: este curso se trata de hacer un viaje en lancha.
Posesión de los demás, de sus miradas, su atención, percepción, y sobre todo, pensar al mismo tiempo. Eso. Siempre, ese es el truco.
Posesión de los demás, de sus miradas, su atención, percepción, y sobre todo, pensar al mismo tiempo. Eso. Siempre, ese es el truco.
Le gusta decorar su clase para sí diciendo que es una capacidad artístico-intelectual, a caso se puede pedir más al ser... no, nou nou nou nou nou para ella. Es eso o la nada. Lo estético, afectivo, cognitivo; lo normativo, racional y afectivo.
Piensas que dar una clases es, o más bien, debe ser una acción kamikaze, sino no vale. Quienes no lo hacen así, a su respectivo modo, son un fraude, no sirven para el rol. Engañan, se engañan y hacen daño, destruyen almas. Quienes lo hacen por dinero, peor aún. Éstos últimos deberían ser llevados al paredón. Son los peores casos. Dar clases por necesidad, porque se busca un empleo, es como se quisiera ser monje vistiendo el hábito, y ya.
Dar clases es un ardor que se tiene en el alma, es una relación personal y salvaje con el conocimiento de lo que sea, sea la materia que sea y que se busca transmitir eso, no puede fingirse ni ser plástico. Se tiene un abismo al interior y ese es el que se muestra, no es que se esté buscando alejarse de él, sino mostrarlo, así. De múltiples formas, es un acto vital en el sentido de que toda ella está ahí, con ella. Es kamikaze en el sentido de que para poder intentar trasmitir algo se tiene que hacer con todo el ser. Eso es arriesgado, pues implica mostrar su subjetividad, mostrar el significado que la ciencia puede tener en la vida de cada uno, en la vida de esta sociedad, en la vida de este país, y eso se hace no de otro manera sino encarnándolo en la propia historia. Ese es otro truco necesario, de lo contrario es vacío lo que se busca transferir. Se vuelve indigno.
Al mismo tiempo en que es un salto suicida es un acto seductor, o tiene que serlo, también. Si no, no cuenta. Es peligroso por el riesgo que toda seducción trae consigo, pero, ¿a caso puede o tiene que ser de otra manera? No. Tiene que ser así. El conocimiento solo es posible con una respectiva carga de erotismo. Si no, no es.
Al mismo tiempo en que es un salto suicida es un acto seductor, o tiene que serlo, también. Si no, no cuenta. Es peligroso por el riesgo que toda seducción trae consigo, pero, ¿a caso puede o tiene que ser de otra manera? No. Tiene que ser así. El conocimiento solo es posible con una respectiva carga de erotismo. Si no, no es.
Pero lo central, lo mero central de este su poder de colocación corporal, social, psicológico, racional, laborar, y espiritual de modo lúcido y lo obtuvo de un movimiento interno vital, Lacan le diría "un pasaje al acto". Así. Otros, los protestantes calvinistas del siglo XVIII le llamarían probablemente el descubrimiento de su vocación: esa cosa ante la cual la propia vida se les iba en ello.
Piensas que en realidad todo esto es resultado de un error, de un lapsus tuyo al leer: ahí donde decía "el maestro, ¿a caso el hombre espectáculo?", tu leíste: "el maestro, el hombre espectáculo". Ignorar la pregunta y tomarla como afirmación fue lo que te llevo a realizar tu deseo de exhibición histérica-histriónica e histórica (que valga decir, comparte raíz). (Así es que agradece Histérica, agradece a tu inconsciente, ingrata mujer. No si yo si agradezco, y admito y exploro mis cavernas internas, y me dejo guiar por ellas, nomás he de verme llore y llore cual histérica en periodo menstrual, o premenstrual, o post-menstrual... lo que sea).
Piensas que en realidad todo esto es resultado de un error, de un lapsus tuyo al leer: ahí donde decía "el maestro, ¿a caso el hombre espectáculo?", tu leíste: "el maestro, el hombre espectáculo". Ignorar la pregunta y tomarla como afirmación fue lo que te llevo a realizar tu deseo de exhibición histérica-histriónica e histórica (que valga decir, comparte raíz). (Así es que agradece Histérica, agradece a tu inconsciente, ingrata mujer. No si yo si agradezco, y admito y exploro mis cavernas internas, y me dejo guiar por ellas, nomás he de verme llore y llore cual histérica en periodo menstrual, o premenstrual, o post-menstrual... lo que sea).
Pero esto lo piensa hoy. No siempre ha sido así. En ocasiones, en el momento previo a la clase se siente nerviosa, se siente que no va poder, suda, se angustia, fuma, siente temor por creer que no es apta para ello, que todavía no comprende bien tal o cual tema, autor, teoría o concepto, qué vergüenza, se van a dar cuenta que yo no sé, deberían de fusilarme, de correrme, de irme a despedir frente a todos. Sin embargo, irónicamente en esos momentos, la Maestra de Español es la mujer más feliz sobre la tierra.
Para ella es:
-como bailar slam anónimamente con su rola favorita
-como sentir las brisas internas del alcohol
-como masturbarse con el Tractatus entre las piernas
-como soñar que hablas con Roberto Bolaño
-como llegar a la biblioteca y que haya solo estantes llenos de libros de pasta verde, las sillas rojas vacías y al fondo el jardín iluminado y vacío
-como pintar con plumón negro tu pantalón de mezclilla viejo y deslavado a los 17 años
-como mirar el rostro de un hombre hermoso, vampirezco, misterioso, lejano, enfundado en negro
-como tener un orgasmo viajando en lancha por un río verde a 50 kilómetros por hora, eso, el paseo en lancha es el viaje que hace la mirada por los rostros de los alumnos durante el tiempo en que dura la clase
-como caminar ebria a las 12 del día por las calles del centro de la Ciudad de México, con cigarros en la bolsa y un poco de dinero para más alcohol
-como ponerse un nuevo tatuaje
-como usar una minifalda negra y pintarse los labios en rojo
-como mirar cuando un artista/poeta exhibe/adorna su sexo/corazón
-como leer las mejores prosas de Nietzsche
-como usar calcetas altas de rayas negras y grises
-como usar calcetas altas de rayas negras y grises
-como caminar por los edificios blancos del CCH con toda la disposición adolescente que pueda ser concebida: kamikaze
-como mirar la sonrisa de Roberto Bolaño en fotografías
-como mirar las pestañas chinas de los ojos hermosos y drogados de Kurt Cobain
-como mirar un póster de Charles Bukoswki con flores en botellas de vino a los costados
-como embelezarse por un rockero metalero mata larga, que habla de dioses escandinavos y tradiciones paganas, y lo ames justo porque no lo vuelves a ver nunca más en tu vida
-como tomar un taller de teatro con toda la adrenalina que implica no haberle dicho a nadie que estabas en una clase de teatro y que aceptabas voluntariamente, ante el grupo y el profesor, que te ibas a desnudar como parte de la formación teatral, "estar desnuda frente a ti misma es parte del ser que tienes que descubrir y trabajar con él", dijeron
-como la primera vez que fuiste al tianguis del Chopo sola, como debe de ser, porque al Chopo se va sola o bien acompañada, pero nada más
-como sonreír porque te estás desnudando ante los demás, el grupo, pero ellos no saben que en realidad eso es exactamente lo que estas haciendo, estás tomando al fin tus clases de teatro, y dando función
-como leer artículos de astronomía para no astrónomos que explican el polvo de estrellas que somos en este planeta desechable, nuestra burbuja de artificio
-como oír, y oír, y oír, y oír y oír por enésima vez la misma canción
-como caminar por los pasillos vacíos de la biblioteca Vasconcelos, sin hambre, con café suficiente, sin prisas, con tiempo, sin nadie pero con expectativa, porque a la biblioteca se va sola, o bien acompañada, pero nada más
-como regresar a la zona de Balderas
-como descubrir congales decadentes y aun no descubiertos por universitarios... invasores
-como la primera vez que se mira una película de Andrei Tarkovsky
-como amar la soledad, la que nos traga
-como tomar vino en tu vaso mágico por los pasillos de literatura de la biblioteca, tan sola como una víbora hambrienta
-como tomar vino en tu vaso mágico por los pasillos de literatura de la biblioteca, tan sola como una víbora hambrienta
-como cuando se encuentra uno al fin en un cuarto rentado por ti misma, un cuarto propio, completamente propio pues es pagada la renta por uno mismo
-como sentir el frío de la noche al salir sola y media ebria de lugares de mala muerte, con tu cigarro en la boca, y ya
-como cargar un gatito en tu regazo, como besar a un gato adulto, y ser correspondida
-como caminar por un pasto crecido de algún camellón urbano pero imaginar que es un bosque en dirección a una colina cuesta arriba de la región serbia de los Alpes, temiendo que una banda de gitanos te asalte en su momento, pero te enamores de uno de ellos
-como recordar aquella única vez en la vida en que el padre te tomo de la mano, fue una mañana en que él salió del la guardia nocturna del trabajo y se ofreció a llevarte a tu escuela. Ese día suspendieron clases. Habrás tenido seis o siete años a lo mucho. Entonces en lugar de regresarte a la casa con la madre, él te llevó consigo, de la mano, a mirar un partido de fútbol llanero... juntos.
*Para ella, esto es dar clases. Para ella, es algo íntimo que le compete, que la interpela ónticamente, algo que la salva porque prende su fuego interno, si no lo hace, se ahoga.
*Para ella, esto es dar clases. Para ella, es algo íntimo que le compete, que la interpela ónticamente, algo que la salva porque prende su fuego interno, si no lo hace, se ahoga.
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Epílogo: de rejas grises de canchas futboleras llaneras, el sol brillante, el polvo del llano, rugidos de testosterona, hombres, señores, balonazos, gritos de reclamos, sudores en la frente, y sobre todo ello, el carrito del vendedor de nieve verde que ofrece y el padre la compra, la suelta de la mano para sacar el dinero de la bolsa de su pantalón y cuando paga, ella lo vuelve a tomar, mano en mano, la escena que jamás se repetirá, hasta la fecha.
La enseñanza básica de cualquier saber, práctica, oficio, discurso o habilidad, ha de pasar por el infaltable momento en que el capitán de la lancha dice o muestra el "se hace así":
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