Maestra de Español: enero 2015

Stop...

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Don't panic...

Forever alone...

No problem...

Don't panic...

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Stop...
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Usted aún puede creer...
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Stop...
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Usted aún tiene remedio...
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Stop...
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Don't panic...

Forever alone...

No problem...

Don't panic...

Stop...

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Usted no es paranoica...

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Stop...

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Usted no es probable que pierda el control de la situación...
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Stop...
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Usted ya ha sido dada de alta: no paranoid android...
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Stop...
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Usted no está perdiendo facultades en el habla...
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Stop...
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Usted no es problable aún hila un enunciado correctamente...
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Stop...
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Usted deténgase...
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Stop...
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VOCES ARMADAS GENERAN PÁNICO EN SU CABEZA

Solicitud:

Internamiento. Ahora.

Diagnóstico:

usted no es competente social... y se le nota.

-Exijo mi derecho óntico, el único.
-Aquí nadie tiene permitido ese derecho.
-Míreme, no hay nadie en el espejo.
-Usted está loca y ya lo sabe.
-Quiero usar mis reservas, quiero que mis caballos salvajes me lleven lejos.
-Aquí nadie lo tiene permitido.
-Tengo más de tres estados de ánimo en una hora.
-Improcedente, se requieren más de 8. Usted ya sabe cómo es esto, ida y vuelta.
-Tengo dislocación entre mi autopercepción y la percepción social.
-Aquí nadie lo tiene permitido.
-Solicito mi muletilla, quiero internamiento. Las corrientes de mi espíritu están entrando en fase infernal. Déjenme entrar, viene la explosión, viene descontrol.
-Cierre los ojos cuando empiece la oscuridad.
-...
-Usted ya sabe hacerlo, siempre sola, es el procedimiento. Usted está sola y loca. Es mi deber recordárselo. Cumplo órdenes.
-Quiero muletilla, no tengo espejo.
-Improcedente
-Azóteme la cabeza y explóteme la boca.
-Aquí nadie lo tiene permitido.
-Pero todos ustedes tienen mulelillas.
-Lo tenemos permitido.
-...

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*_*_*DOS*_*_*

HISTORIAS PARA GENTE CUERDA, BIEN CUERDA

Y ahí estaba él, mirando por la ventana, tocándose el sexo y comprobando su erección, explorando su dureza y grosor. Pues sucedía que en ocasiones, cuando miraba a las parejas besarse en el parque de en frente, sentía con todo su pene en flor -¿más bien en tallo?-.

Esa tarde acarició la filosofía del individuo y sus implicaciones en el mundo.

Se preguntaba, por otro lado, cómo se legitimaba y alcanzaba el conocimiento en otras épocas: ¿por medio de la memoria y la imaginación, las imágenes repasadas en la mente, una y otra vez, en la consciencia de místicos y exégetas? Estados de meditación contemplativa, tal vez, se respondía, mientras se masturbaba con ambas manos.

Recientemente la angustia por la orfandad cósmica le venía en oleadas haciéndolo sentir al borde del llanto, o bien, a borde del salto por la ventana, o bien, al borde del azote contra la mesa o contra la pared, según estuviera sentado o parado. Trataba de contrarrestar esa horrorífica sensación desesperada con el placer masturbatorio si le llegaban estando solo. Pero en otras ocasiones, si la sentía estando acompañado de alguna mujer, la miraba imaginándosela desnuda, la veía con suma atención, observaba su rostro, sus ojos, su nariz, sus pecas, arrugas, los bellos de la frente, lo que fuera con tal de no mirar abajo a sus pechos o su cuello. Este esfuerzo enmarcaba su excitación: entre más mirara su cara al tiempo en que se la imaginaba en el acto sexual, se ponía a punto de tomarla en ese momento. Este reto tenía una función distractora poderosa, pues lo obligaba a contenerse, ya que no había justificación social para cogérsela, así nomás, (como sucedió una vez con la señora que le llevaba la comida, ni modo que lo dejara tocarle los pechos y quitarle la falda para penetrarla sin importarle la comida, más bien escuchó: "son $60.00 pesos jóven"... ). Así, su estrategia consistía en poner toda su atención en el sexo y en el momento social restrictivo de no poderla tomar. Sabía que ella, podía ser cualquiera, seguramente lo detendría, que se sentiría ofendida y tal vez agredida. Ese era su pensamiento y le daba el carácter de verdad social segura.

A él, si algo le gustaba -y le prendía-, era ver y escuchar a una mujer de su agrado en una situación pública, pues mientras la veía y escuchaba se preguntaba cómo sería ese rostro y esa voz hablante de un diálogo cotidiano, cómo sería transformado en el gemido propio del acto sexual, teniéndola bajo su cuerpo y su disposición. Este ejercicio socio-libidinal-afirmatorio requería de espacio en su consciencia y en su imaginación para que su cerebro animal diera señales e instrucciones -indesobedecibles- a su miembro, para que éste se endureciera y se lubricara. Tal era el estado ideal para intentar contrarrestar el sentimiento de la angustia por saber de su desprendimiento de toda institución social, de la falta de fundamento de todo sistema valorativo y de lo contingente de su acción. Lo arbitrario y leve de la realidad, pensaba.

La boca abierta, los ojos perdidos, caliente del sexo y las manos, pensando: son estados arrebatados de agalopamiento del deseo: sus senos, redondos y blancos, suaves y libres para ser absorbidos por mi boca: comérmelos todos, tocarlos todos. Sus piernas abiertas: mi verga entrando una y otra vez. Le gusta: quiere más, está caliente. Otra: ella mamándole la verga, viéndola desde arriba, tomando su cabellera y empujándola para que se la coma toda, sintiendo con las palmas de sus manos el hueso craneal forrado con su cabellera negra, sintiendo la delicia de su lengua mojada y su cavidad bucal profunda y suave, los dientes a los lados, duros, pero mi verga entra suave y es sobada por su lengua, mi verga es tragada, besada, arropada por su carne rosa y ultramojada... su boca, su único lenguaje es metragotuverga...

Recuerdo de múltiples sensaciones corporales, emotivas e íntimas. Estados emotivos y cálidos. Ya entrado en excitación le gustaba pensar en su último amor, en su ex, , deseaba volvérsela a coger, la pensaba con liguero negro, oh esa zona blanca que queda entre el negro de la media y el negro del encaje del bikini, sus nalgas, sus preciosas y redondas nalgas que sólo él conocía... ¡¡oh oh oh oh!!

Así, con la intensidad del deseo sexual que le ponía listo para coger, que le hacía pensar en ella, buscaba alejar la sensación de asfixia corporal, de nausea vital, de angustia mental y vacío emotivo. En esos momentos de ataque psicológico se ponía débil como un niño, era un espanto total, un desconsuelo imposible, irracional pero real. Sus neuronas se descolocaban y vibraban, era peor que cuando soñaba que se caía, peor que cuando soñaba que lo perseguían por una calle sola y de repente: todo se ´ponía obscuro. Entonces, en el sueño, trataba de no dejar de sentir el piso con sus pies para no parar de correr pues lo alcanzarían... Era como sus peores pesadillas pero venidas a la realidad, y estaba consciente de esa diferencia, sudaba, se mordía, se rodaba, se apretaba el sexo, miraba a su alrededor, veía las paredes de su casa, sudaba, era su casa, la reconocía sin problema, pero el inmenso pavor lo tomaba y no sabía que hacer para detener ese momento salvo masturbarse duramente para intentar menguar el pánico. Sentía escalofríos en los brazos y desde la espalda hasta la nuca. Sentía el tiempo y esta era la peor parte: sentir el tiempo es insoportable, sentir el vacío total de la existencia, es la vida sin forma emotiva, racional o moral que la limite y le de sentido, sentir el puro tiempo, cada segundo se vuelve infinito pero cada segundo es seguido de otro segundo igualmente de infinito, intangible que sin embargo atravesaba en su cuerpo, su cuerpo flotaba y era atrapado por un cronos espeso y cruel que todo lo abrazaba. Se descolocaba su mente y se desordenaba su pensamiento: pensaba en la URSS, la palabra, se tornaba en un semáforo en verde, luego en una caja de cartón abierta y vacía, luego en un asterisco de navidad, luego en una voz que sonaba a niña riendo y a la señora de la comida, luego esa sensación de un punto enorme que de inmediato se convertía en un punto diminuto y él sentía ser ese punto y su transformación, así, se le entumía el cerebro: puro miedo, terror, angustia, opresión en el cuerpo y opresión en la mente, sentir los segundos, eso no es posible pensaba, pero así lo sentía con toda certeza. Pensaba: voy a morir, voy a morir... y así sin terminar, sin llegar a su fin... todo era negro caliente peligroso y lo atacaba... Era su gran batalla interna. Invariablemente lloraba.

¿Cuánto tiempo duraban esos ataques? No lo sabía con exactitud. Sólo sucedían. Perdía la consciencia por momentos, en realidad no estaba seguro, puede que no, puede que sólo de un momento a otro la neuroquímica de su cerebro se restableciera dándole la sensación de despertarse ya que, de repente se descubría sintiendo el piso frío, la pared dura o el plástico de la mesa. Ese era el signo de que había terminado: cuando sentía algo normal del entorno, y por normal entendía algo real. Para el caso le servía.

-Pero en ningún ataque me he venido, no he podido, y es terrible pues siento que si me vengo, si logro el placer completo, el pánico puede parar doKtor, pero no he podido, siempre me ha aplastado.

- ...

-¿Me puede dar pastillas? Si es un problema bioquímico se puede contrarrestar con un agente del mismo tipo.

- ...

-¿Podemos probar?

- ...

-¿Usted que piensa?

- ...

-¿DoKtor, por qué usa usted camisa de blanca? ¿Por qué se ha rapado? DoKtor, no se mueva que no puedo tocarlo. ¿Me va a dar pastillas? Supongo que una parte de mi padecimiento es de base y causa neuroquímica y otra parte es de índole psíquica, simbólica, y por lo tanto, sujeta a modificación por medio de una resignificación... Ahí dice: "Hiroshima a mi cerebro", ¿qué soberano descerebrado dictó semejante afirmación? DoKtor, tengo migraña, doKtor, suéltese las manos para que me dé mis pastillas, doKtor, doKtor... doKtor se fue al cine solo.