Dame en abrazo que yo te pido..............
El doktor volvió a recibir a la paciente Maestra de Español/Histérica Sadomasoca/Antichrista-antidolor en su consultorio.
-¿Cómo se encuentra?
-Bien, bueno, si, me siento bien.
-Tenemos que hablar.
-...
-Puede empezar por dónde usted quiera, por lo usted desee hablar.
-A veces si quiero hablar. A veces me vienen imágenes, imágenes que siempre han estado en mi cabeza, es raro de decir, pero siempre ha estado todo en mi cabeza. Una a una de las cosas que tengo en mi cabeza las podría decir, aunque luego no encuentre las palabras para describirlas. La imagen está, la emoción está, lo que sentí está, la historia de mis historias está. Quiero que salgan de mi cabeza.
-Bien, podemos hacer que salgan de su cabeza. Comience, yo la escucho.
¿PERO QUÉ CLASE DE GENTE
TAN DIABÓLICA ES ESTA?
(Segunda parte)
Podríamos decir que incluso con el sentido común, una se puede dar cuenta de lo que el tal señor llamado C. Jung decía que eran los arquetipos. Me explico: una llega a una cafetería, cantina, salón de clases, casa familiar o lo que sea, y se encuentra en que es la única mujer en medio de 4, 5 o 6 hombres. Que hay mujeres rondando pero son marginales, no son parte de la escena. Y lo que sucede es que... no puedo evitarlo... ¿qué pueden hacer 4, 5 o 6 hombres con una mujer atractiva dentro de la periferia de su interacción inmediata? Pos si, mi sentido común, mi sentido sexual, mi sentido evidente me dice que quieren coger, cogerme. ¿Qué más podrían hacer o querer?
-¿Mi "sentido evidente"?, preguntó él.
-Las preguntas al final, por favor. Continúo: pero la cosa es que, así como la burguesía escoge a sus parejas dentro de su misma clase social, yo las escojo dentro de mi misma clase mental. O sea, me gustan los freeks, los raros... nada más.
***
Alejandra tenía ojos verdes y gatunos, su cabello castaño claro, lacio y largo, no usaba fleco, era blanca y casi rubia. Alejandra decía que ella no se acordaba de su papá. Él y su mamá tuvieron tres hijas de las cuales ella era la menor, la mayor vivía con su esposo y dos hijas en Cuautitlán Izcalli, la de en medio era nuestra vecina en la vecindad, con su marido y tres hijos, estaba gorda y redonda y su marido era flaco y esquelético.
En una ocasión me dijo, así como con actitud resignada y natural, que nunca iba a conocerlo, como si fuera un hecho consumado (supongo que así era), que su mamá dejó a su papá cuando ella era una bebé porque su papá las había encerrado durante tres días en su casa, que en cuanto pudo salir su mamá, agarró a sus tres hijas y se fue a casa de su papá de ella. Le decía papá a su abuelo, mire papá, ella es mi amiga, la Maestra de Español, está viviendo con nosotras, ah, pues me parece bien, ¿ya probó usted la sopa de caracoles? No señor, ah, pues la próxima vez que yo venga, usted la va a probar. Si.
Salíamos de noche, cenábamos té de manzanilla y galletas marías,
Mirábamos las casas como cristales donde se distorsiona nuestra imagen...
Alejandra me llevaba clandestinamente a la casa en donde su mamá trabajaba haciendo la comida para un señor viudo que ahí vivía con sus dos hijos. Cuando los niños se estaban bañando y el señor trabajaba, Alejandra iba por mí y rápido entrábamos a la cocina. Comíamos las tres. Yo, sin necesidad de que me lo dijeran, trataba de hacerlo a prisa, daba las gracias a su mamá y me dirigía directamente a la puerta. A veces Alejandra salía conmigo y nos regresábamos a la casa.
Salíamos de noche, dormíamos en la sala,
Mirábamos pasar los días como las gotas de agua que caen al bañarnos...
Alejandra es tal vez la pérdida que más he sentido. Ella y lo que estaba con ella, mi vida con ella. Su mamá, la vecindad. Nuestra vida en la colonia Roma de la Ciudad de México en 1995. Una tiene 18, 19, 20 años y piensa en que olvidará a su madre y a sus amigos, a su hermana mayor, que no extrañará los parques de juegos, los animales ni las lombrices excavadoras, ni que extrañará a su madre ni al peso del mundo...
Salíamos de noche, arrojadas al mundo,
Mirábamos crecer el problema día con día
como manzanas arrojadas sobre la humanidad del insecto.
El peso de mundo ha terminado. No hay Estado, no hay religión, no hay salvación, no hay absoluto. Sin asidero.
El mundo unario//La levedad insoportable.
Tuve a Alejandra y hoy la busco. Aún así, la vida está en otra parte. En la indecisión de un hombre que lo mismo es su pena que su alivio decirle que no a su deseo de mujer... El Loco Doktor Lecter solía decir respecto a las parejas: tal vez convendría que ambos no volaran igual, que uno de ellos volara ALTO mientras el otro intensifica el riesgo a ras del SUELO... eso. Pero cuando ambos vuelan a ras del suelo o bien, cuando lo hacen tan alto que se pierden juntos en las alturas, cuando eso sucede, ambos se arrojan en caída libre y sólo ellos pueden salvarse... si se atreven. Porque, comúnmente, en éstas historias uno de ellos no se atreve a dar el paso hacia el abismo, prefiere quedarse en la periferia por miedo a perderse en el mirar, que de tanto mirar el abismo el abismo mira dentro de uno. Pero él no mira el abismo, ha preferido cerrar los ojos y tropezar y decir que ama más a su deseo...
No ama su deseo, su miedo lo ama a él.
.SI.
Hay una sirena que te llevará al naufragio,No te apartes de esas rocas,
Para que te conviertas en un desastre andante,
.Ahí-Ahí.
Dime, ¿por qué tan verde y solitario?Si el cielo te envío para ella...
Si eres para ella su accidente a punto de suceder...
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