-Las latas de atún estan en la mesa, no compren refresco, con el tang hacen el agua, ¡y ya no suban los pies a la silla se los he dicho una y mil veces! ¡carajo! se lavan las manos, si llego y no han comido van a ver, ¿eh? que no me tienen muy contenta.
El silencio duro unos 10 minutos mientras hacían el agua y sacaban el atún de las latas, acercaron las totillas, no había galletas saladas.
-Ya sientate y deja de jugar con los vasos, que ya, irala.
-O pus los estoy acomodando.
-Ya te dije que te sientes.
Las dos niñas se sentaron a la mesa cada una frente a la otra.
La más pequeña, sin empezar a comer, se entretuvo buscando figuras en el atún sobre la tortilla.
-Come que se te va a enfriar o le digo a mi mamá.
-Ya está frio mensa.
-No me digas mensa o le digo a mi mamá.
-Dile, no me importa.
-Si no te comes no voy a dejar que se lo des a la Peluda.
Peluda era el nombre de la gata parda de ambas. En ocasiones la llamaban Gusana o Bebé.
-Se me va a atorar.
-Deja de estar de exagerada, ¿si?, come sino le voy a decir a mi mamá que tiraste el jabón debajo de la lavadora y no lo has recogido.
-Ay, pus yo le digo que siempre te vas con este Diego y que quién sabe a dónde se van y me dejas sola saliendo de la escuela.
-¿Y qué? yo le digo que te diste un beso con el hijo de la señora del 4 y que te pegue.-Estúpida.
-Estúpida tú.
-Pendeja.
-Pendeja tú y vas a ver con mi mamá que me estás diciendo groserías.
-¡Ay ya! ¡Cállate! ¡Pinche pendeja!
Empezaron los golpes. Se sabe que la que inició fue la Maestrita de Español al aventarle la tortilla al plato de la Hermana Mayor. Esta se levantó de inmediato para darle su merecido a su pequeña hermana 15 centímetros menor, que a su vez estaba dispuesta a practicar sobre la mayor las llaves maestras de lucha libre [¡soy Martha Villalobos!]. ¡Plum! ¡Zummm! ¡Slam!
Se comenzaron a escuchar gritos por los jalones de cabello que se daban, se trenzaron una arriba de la otra aplicándose golpes con la palma extendida, mordidas y empujones.
No se sabe bien si se canzaron o fueron los chantajes los que las hicieron ceder de los ataques físicos.
-Le voy a decir a mi mamá que el otro día te estabas picando la cola.
-Y yo le voy a decir que te miaste en la clase de deportes.
-Te voy a quitar mi radio.
-¡Déjalo! ¡Ya es mío!
-¡Nooo!
Corrieron hacia su habitación y se arrojaron al mismo tiempo sobre el buró que se encontraba del lado derecho de la cama. Al momento algo de vidrio de rompió y ambas se voltearon a ver con la cara de espanto. Sus ojos se compenetraron en una complicidad rival que fueron labrando a lo largo su vida. Se había roto el espejo, se le enterró a la Maestrita de Español a la mitad del estómago. Ante la imagen de la sangre la Hermana Mayor le dijo: ¿Ya viste mensa? ¡Fue por tu culpa! En ese momento la Maestrita de Español convocó a sus súper poderes de Histérica Sadomasoca: comenzó a llorar.
La Hermana Mayor, primeramente retiró los cristales de alrededor, luego le dijo que se levantara y que quitara las manos para poder ver debajo de la blusa. Al ver la herida sangrante sintió un escalosfrío que anticipaba los golpes de los padres a ambas.
-Deja voy por el alcohol.
-¡Noooooooooooo!
-Sí mensa, te tengo que hechar alcohol porque va a venir mi mamá.
-¡Buuuuuuu! ¡Buuuuuuu! ¡Buuuuuuu! ¡Buuuuuuu!
-¡Nos van a regañar!
-¡Buuuuuuuuuuuuuu! ¡Noooooooo!
La Hermana Mayor se levantó y fue a la habitación de sus padres, que se encontraba a lado. Y al llegar ahí no lo encontró la botella de alcohol y decidió mejor llamar a la Sra. Yolanda, la cual al ver la sangre le quito las manos que se empeñaban querer quitar las de la Sra.
La llevaron al Hospital. La madre llegó ahí y de inmediato le dirijió una mirada de "ahorita que lleguemos a la casa" a la Hermana Mayor, que sólo la miraba sin decir nada mientras se encontraba sentada junto a la Sra. Yolanda en las sillas azules de plástico duro que había en la sala de espera. Su cuerpo flaco de 35 kilos portaba una camisa verde limón con manchas de sangre en la parte de enfrente.
El DoKtor salio al pasillo y algo comentó a boca jarro con otra persona que no tenía bata. Era la trabajadora social. Sus visitas a la casa impidieron que la madre o el padre les ejecutaran las palizas de siempre.
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Ya DoKtor, eso es todo, no se me vaya a dormir como en la sesión pasada ¿eh? yo preguntándole que quién soy yo y usted roncando. DoKtor guarda silencio por un breve momento y luego responde: ¿y por eso te picas la cola?
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3 comentarios:
Lo de las riñas es algo que los hermanos tenemos muy a menudo, y lo más gracioso es que se desarrollan de la misma manera. El final, brutal, me ha encantado.
Eso. los pedazos del espejo en las entrañas, multiplicando el rojo!
Si rompes un espejo tienes siete años de mala suerte, pero si te picas la cola tienes 14 años de buena suerte.
P. de V: nconsew
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