UNA CABAÑA SIN LUZ ELÉCTRICA.................
Por el amor a los
gitanos... que no
conozco
Él dice que quiere saber más de ella, peo esto sucede solamente en el remolino interior de la mente de ella. Anda con la dislexia activada y siente dificultad para entablar una conversación y para mantenerla.
Se había resistido a usar la relajación del alcohol pero esta noche acepta que ya no puede más y se deja tomar por una botella de vino blanco. Esta resistencia no era por otro motivo más que por la salud que su estómago le pide. Pero esta noche puede más el espíritu de la angustia y la angustia del espíritu que el miserable cuerpo lleno de gastritis.
Mira una foto antigua de Roberto Bolaño y siente alivio, ya no le importa la explicación de esto, ha asumido ver fotos de personas como modo de relajación.
Desde unos días a la fecha siente algo extraño: como que el mundo anda más raro que de costumbre, como que cuando habla le sigue una sensación de no saber a ciencia cierta (o desde el modesto sentido común) qué es lo que dijo. Y esto es debido a esa imagen del rostro de ciertas gentes que, al escucharla, ponen cara de what!. Aquí, allá, en varios lugares. No sabe.
Lo cierto es que ha comenzado a tomar decisiones: todo apunta a quedarse sola, a seguir la vida en solitario. Por lo tanto habrá que hacer las resignaciones correspondientes en todos los renglones de su vida, en los diversos aspectos cotidianos, en las dimensiones subjetivas, en los planes, si a caso existiesen.
Su botella se ha terminado.
En un caso así no hay esa versión de "cuando pase el temblor", sino que el temblor será la manera de seguir en vida.
En momentos se pregunta si será verdad, si una cosa así pueda decidirse a voluntad, o si bien, la vida tendrá más poder que ella y será capaz de colocarla en otra posición, en rebasar esta su decisión. Misterio.
Le espanta una cosa: cuando uno vive para morir...
Sueña en estar en una película de algún director de la Europa del este, sueña con estar en otro lugar, sueña con andar por pueblos de silencio húngaro, sueña con usar una falda gris y larga en una pantalla en blanco y negro, sueña con subir pequeñas colinas luego de haber sido dejada por una vieja camioneta a la orilla de algún camino, sueña con ser dejada justo en un lugar así para subir una montaña, sueña con señoras y señores de manos regordetas y pocas palabras que la miran desde sus ventanas a la muchacha recién llegada con su maleta al pueblo, sueña... pero culturalmente solo atina decir un nombre: Emir Kusturica... piensa en tener múltiples nacionalidades, así se podrían camuflajear sus múltiples personalidades, quizás...
Sueña con bailar... rodeada de mujeres guapas que tocan el acordeón, mujeres que no sonríen, pero eso no es un problema ni seña de nada, como en las sociedades latinoamericanas...
Música agradable, hermosa, ella sueña que es música de cuando no existía el ruido de las redes sociales, de cuando antes... de cuando había pueblos a los que se llegaba con camionetas viejas o cartas de más de un mes de viaje...
Sueña.............. y baila con su botella, como millones de singulares lo han hecho en tabernas llenas de hombres solitarios... baila por el amor a la taberna de madera en un pueblo de algún bosque de Alemania, por el amor a la taberna polaca con manojos de ajos en las marquesinas, por el amor a la taberna húngara con bancas alargadas de más de tres metros, por el amor a la taberna siciliana...que tiene veladoras en vez de focos.
Sueña con una hibridación cultural, interesante, hermosa, ramillete de flores de colores pequeñas, sueña con una variedad de formas... para que quepa ellla, con sus tres eles en la palabra ellla: su Maestra de Español, su Histérica Sadomasoca y su Anticrista Antidolor...
Sueña para nos ser vista (ingenua), para que no sienta que tiene monos en la cara ¿o qué? Para que no se le note que está más loca que una cabra. Sueña con irse a lugares remotos en los que se asesina masivamente a la otredad, a los sarajevos, a los jacobs, a los sarah, a los de apellido y escritura diferente, a los Irme Kertész.
Sueña con Andrićgrad, una ciudad en que los rostros serios no son llanto, un espacio para no ser descubierta. Sueña con lugares donde la pena de muerte se aplica a los niños.
Sueña para morir en esta cultura y renacer en otra, en otro lenguaje. Y no muere cada día. Cada día inicia el tiempo. Ese tiempo.
No es el fin.