Con los ojos abiertos
tengo un recuerdo frente a mi
En realidad siempre ha estado
en mi cerebro albergado
En una tarde mojada y casi oscura
saldrá de la burbuja
O-_-O-_-O-_-O-_-O-_-O
HISTORIA DE HORFANATO
El horfanato tiene a niños cuya vida ha iniciado jodidamente y ningún lector tiene que llorar.
Muchos de ellos llegarán a la cácel, a la fábrica o al manicomio.
Pensemos en éstos últimos.
Sólo pensemos.
Está bien está bien, el público es sadomasoco: veamos.
Había un niño flaco, cuyo cinturón le daba vuelta y media, con el pelo casi a rapa se le veían dos lunares que él siempre decía que eran iguales a los de su papá. Mentira. Casi no recordaba a su papá porque este murio en los rescates del sismo del 85 cuando Loquito tenía 4 años. Su mamá, que era estilista, murió 2 años después a manos de su hermano durante un episodio psicótico cuando ella no le hizo el corte de pelo como él quería y como iba a ir a la iglesia tenía que estar presentable y aquello le resultó inadecuado para la ocasión. Merecía un castigo. Su ataque de ira lo hizo clavarle las tijeras luego de dejarla pelona pelona.
Loquito y su hermana se fueron a vivir primero con su tía Chayo pero el Sr. con el que vivía se la llevó un día pal otro lado y la obligó a dejar a los dos niños en el cuarto que rentaban en una vecindad. Se fueron de madrugada, los niños tenían hambre por ahí de las 8 de la mañana. Loquito estaba preocupado por llegar a la escuela, ya deberían de haber salido y la tía Chayo quién sabe donde estaba.
Llegaron al horfanato juntos, pero a la niña la adoptaron de inmediato. Una pareja de diseñadores gráficos que ya tenían otro hijo adoptado de 3 años. La niña tenía la misma edad aunque todavía no avisaba para ir al baño. El mismo día que llego al horfanato la pareja la fue a ver por la tarde. Le regalaron una paleta payaso y le dijeron frente a la directora que si se quería ir a vivir con ellos. Respondió que si luego de terminarse los ojitos de gomita.
Le dijeron que se iba a despedir de su hermano y que la llevarían a vivir a un lugar donde hacía mucho frío pero que no se preocupara, que le iban a dar una chamarra y botas. Así fue.
Loquito en cambio siguió viviendo en el horfanato hasta los 16 años.
Aprendió a tocar el piano. Llegó a tener una presentación en navidad a los 13 años. Pero ya para entonces el personal del horfanato ya le tenía un poco de miedo luego de que un día se quedó sentado por día y medio frente al piano. Se hizo pipí y por eso se dieron cuenta de que algo no andaba bien. Le pidieron que acompañara al Sr. prefecto a los aseos para que se bañara pero Loquito empezó a gritar, al principio pensaron que se debía a que no le iba a gustar que lo bañaran con la manguera, como se acostumbraba en esos casos. Sin embargo algo era diferente, Loquito solo tocaba la misma parte de la canción acompañada de un leve aullido que iba acorde a las notas. Le dió escalosfríos a la trabajadora social del piso, pues se imaginó en un segundo el futuro del niño.
Loquito le caía mal a casi todos los niños del horfanato. Decía cosas que los demás no le veían ni gracia ni sentido. Huían de él.
Loquito un día se sangró las uñas de su mano izquierda de tanto mordérselas. Lo llevaron con el Dr. Caballero, graduado de la Facultad de Psicología, con diplomados y seminarios de psiquiatría infantil. Al principio de la entrevista Loquito no quería estar en el consultorio, decía que no había tiempo, que tenían que ir a ver dónde estaba la araña, que si ya no estaba en su lugar los iba a ir a buscar a todos, que se los iba a comer, que el Sr. de la almohada los estaba vigilando de que no se fueran, de que la luna era cosmopolita (risas), que el sol era con techo, que el parque se volteba y que el cielo brillaba bien bonito...
Derechito a la sala de evaluación del Psiquiátrico. Ahí las enfermeras y doctores lo revisaron en una sala donde estaba una joven vestida de negro que por un rato se puso a llorar y luego se quedó como pasmada hablando muy, pero muy propiamente a todo el que le dirigía una mirada. Loquito no lo supo pero ese día estuvo a pocos metros de la Maestra de Español//Histérica Sadomasoca y ella pensará en su muerte el resto de sus días y lo recordará en su blog.
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EPÍLOGO que dice que medía 85 cm y que estaba enamorado de la niña que en las ceremonias de los lunes en el Horfanto no cantaba el himno, sólo movía los labios y pensaba que nadie se daba cuenta.
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